miércoles, 19 de octubre de 2011

Sin sangre no hay morcillas


A cambio de donar sangre, te obsequian con platos elaborados por cocineros

La semana pasada hubo en Girona donación de sangre dentro de la campaña Tinc sang de sibarita. El trato era: a cambio de tu sangre te obsequiaban con platos cocinados por los Roca del Celler: micuit de foie con brotes tiernos sin especificar, coca de escalivada con pollo al curry, y coulant de chocolate. El Diari de Girona informaba que el director local del Banc de Sang i Teixits explicó que se trata de una donación extraordinaria para captar nuevos donantes y aumentar las reservas después del verano. El director avisa que del grupo 0 Rh- "faltarían unas 50 bolsas de sangre más". La campaña dura hasta el próximo miércoles. Además de Girona, se han hecho donaciones en Badalona, Terrassa, Reus y Barcelona, con platos de Gaig, Puig, Hoffmann, Adrià, Campos...

La fama de esos cocineros hace que mucha gente vaya, y eso es bueno, porque la sangre nunca sobra y menos del grupo 0 Rh-; que por cierto es el mío y no querría quedarme sin. Yo no puedo donar sangre –me lo prohibió el médico hace años– pero, si pudiera, querría, eso sí, un trato paritario: sangre a cambio de sangre. No humana, quizá, pero sí de pollo, de cordero o de cerdo, y con cebolla. La sangre encebollada es un plato delicioso que desapareció de los bares y restaurantes de Catalunya a lo largo de los ochenta, a medida que la gente se fue empingorotando. Hace un par de años pasé dos días tras Zapatero porque Ima Sanchís iba a entrevistarlo para el Magazine y yo tenía que escribir la contracrónica. Hicimos noche en Albacete y allí comí ese plato por última vez, en la barra del extraordinario bar Vidal. Lástima que Albert Gimeno, subdirector del Magazine, me amargara aquella sangre con cebolla. Con cara de asco se pasó todo el rato incordiándome: "¿Eso te vas a comer, nin?". Juan José Millás me explicó un día que en Madrid la sangre también va de baja, pero que puedes encontrarla, excelente, en dos bares de la calle Almirante, cerca de Recoletos.

Para cualquier persona que, tras una donación de sangre, de verdad quiera una recompensa equivalente, he aquí la receta. Ingredientes (para cuatro personas): medio kilo de sangre de pollo, de cordero o de cerdo, hervida; medio de cebollas; tres cucharaditas de orégano o tomillo; dos guindillas; un ajo; medio vaso de aceite; sal; agua. Cortamos la cebolla, muy delgada, y el ajo. Sofreímos eso en una cazuela. Lo removemos a menudo. Cortamos la sangre en dados de unos tres centímetros. Cuando la cebolla esté transparente añadimos la sal, las hierbas y las guindillas. Vuelta a remover. Añadimos la sangre. Lo mezclamos bien. Que cueza a fuego lento, con la cazuela tapada, unos quince minutos. Si se quiere, junto con las hierbas y las guindillas se puede añadir un puñado de piñones. Tiene que quedar tan meloso como melosa es la sangre que tú donas. Ese tendría que ser exactamente el trato. Buen provecho.

El artículo “Sin sangre no hay morcillas” escrito por Quim Monzó en el periódico “La Vanguardia” el día 29/09/2011 lo podemos ver desde diferentes perspectivas.

Un lector corriente al leer este artículo puede pensar que es un artículo interesante de Monzó y que acudirá a la próxima campaña “Tinc sang de sibarita”, ya que a cambio dan comida de buenos restauradores.

Pero nos centramos en la parte en que Monzó hace referencia al plato de la sangre encebollada. Monzó nos dice que es un plato que desapareció hacia los años ochenta a medida que la gente se fue empingorotando.

Eso nos demuestra que todas nuestras costumbres que nos definen como españoles son efímeras, siempre están en continuo cambio, ya que nos influenciamos por diferentes costumbres ajenas que dejan atrás las propias.

Por otra parte, se puede analizar claramente que la sociedad ha descalificado este plato y lo ha asociado a una clase social baja y como un plato vulgar. Pero esto, repito, simplemente ocurre por influencias ajenas que nos imponen sus costumbres como dominantes. Estos tipos de costumbres se nos imponen porqué son extranjeras, al ser extranjeras significa que son novedosas y lo nuevo llama la atención a la sociedad. Por lo tanto las costumbres ajenas marcan tendencia en nuestra sociedad.

Otro aspecto que podríamos juzgar es el sistema de orden social que usamos actualmente, el capitalismo, el que nos da libertad. Pero este tipo de sistema nos hace tener rasgos en común a todos los que seguimos este sistema, ya que usamos los mismos procedimientos.